miércoles, 27 de marzo de 2024

Columna

Reforma 12


* Sólo tengo 17 años

* Poema para reflexionar esta Semana Santa

Por Raúl Campoy

Navojoa, Sonora 27 de abril de  2024.- En esta ocasión, me alejo de los temas habituales para compartir un poema anónimo que invita a la reflexión en esta Semana Santa. En principio, el presente texto bien podría pasar desapercibido  o de  entrada, llamar la atención entre los  lectores en virtud que, mi enfoque suele ser político, educativo y de salud, considero crucial abordar la importancia de la seguridad y la responsabilidad en nuestras acciones, especialmente entre los jóvenes.

En medio de las festividades, es esencial recordar el papel fundamental que desempeñan las autoridades de los tres  niveles de gobierno, los medios de comunicación y, sobre todo, la familia en la prevención de tragedias. El poema "Sólo tengo 17 años" nos confronta con la realidad de las decisiones impulsivas y sus consecuencias irreversibles. A la letra dice:

“El día de mi muerte, fue tan común como cualquier día de mis estudios escolares. Hubiera sido mejor haber regresado como siempre, en el autobús pero me molestaba el tiempo que tardaba en llegar a casa.”

“Recuerdo la mentira que le conté a mi mamá para que me prestara su automóvil. Entre los muchos ruegos y súplicas, le dije que todos mis amigos manejaban y que consideraría como un favor especial si me lo prestaba. Cuando sonó la campana de las dos y media de la tarde, tiré los libros al pupitre porque estaría libre hasta el otro día a las ocho cuarenta de la mañana.”

“Corrí eufórico al estacionamiento a recoger el auto pensando sólo en que lo habría de manejar a mi libre antojo. ¿Cómo sucedió el accidente? Esto no importa, iba corriendo con exceso de velocidad, me sentí libre y gozoso, disfrutando el correr del auto. Lo único que recuerdo es que rebasé a una anciana, pues me desesperó su forma tan lenta de manejar.”

“Oí el ensordecedor ruido del choque y sentí un tremendo sacudimiento. Volaron fierros y pedazos de vidrio por todas partes. Sentía que mi cuerpo se volteaba al revés y escuché mi propio grito. De repente me desperté, todo estaba muy quieto y un policía estaba parado junto a mí. También vi a un doctor.”

“Mi cuerpo estaba destrozado y ensangrentado con pedazos de vidrios encajados en todas partes, cosa rara... ¡No sentí ningún dolor! ¡Hey!  No me cubra la cabeza con esa sábana. ¡No estoy muerto! ¡Sólo tengo 17 años, además tengo una cita por la noche! ¡Todavía tengo que crecer y vivir una vida encantadora, tengo mi futuro por delante! ¡No puedo estar muerto! Después me metieron a una gaveta, mis padres tuvieron que identificarme, lo que me apenaba, era que me vieran así, hecho añicos.”

“Me impresionaron los ojos de mamá cuando tuvo que enfrentarse a la más terrible experiencia de su vida. Papá envejeció de repente cuando le dijo al encargado del anfiteatro: "Sí, ése es mi hijo". El funeral fue una experiencia macabra”.

“Vi a todos mis parientes y amigos acercarse a la caja mortuoria, pasaron uno a uno con los ojos entristecidos, algunos de ellos llorando, otros me tocaban las manos y sollozaban al alejarse. Por favor, alguien que me despierte. ¡Sáquenme de aquí!, no aguanto ver inconsolables a mis padres, la aflicción de mis abuelos apenas les permite hablar, mis hermanos y hermanas parecen muñecos de trapo.”

“Parecería que todos están en trance, nadie quiere creerlo, ni yo mismo.¡¡Por favor no me pongan en la fosa!! Te prometo Dios mío que si me das otra oportunidad seré el más cuidadoso del mundo al manejar, sólo quiero una oportunidad más.”

 

“¡POR FAVOR DIOS MÍO, SÓLO TENGO 17 AÑOS!”

El relato del joven protagonista, cuyo desenlace trágico nos estremece, nos lleva a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la importancia de actuar con responsabilidad. La narrativa detalla un momento de imprudencia que desemboca en un accidente fatal, dejando en su estela dolor y arrepentimiento.

La voz del poema clama por una segunda oportunidad, por un retorno a la vida plena y llena de promesas. A través de sus palabras, se nos recuerda la importancia de valorar cada instante, de cuidar nuestras decisiones y de apreciar el regalo precioso que es la existencia.

En esta Semana Santa, que estas líneas sirvan como recordatorio de la fragilidad de la vida y la necesidad de actuar con conciencia y responsabilidad. Que cada lector encuentre en esta historia una llamada a la reflexión y un tributo a la vida misma.

Agradezco su atención y les invito a compartir este mensaje de cuidado y reflexión en honor a aquellos que, como el joven del poema, anhelaban un futuro aún por vivir.

¡Que la Semana Santa del 2024 sea un momento de reflexión y cuidado para todos!

Por  su atención gracias.

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