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Sólo tengo 17 años
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Poema para reflexionar esta Semana Santa
Por Raúl Campoy
Navojoa,
Sonora 27 de abril de 2024.- En esta
ocasión, me alejo de los temas habituales para compartir un poema anónimo que
invita a la reflexión en esta Semana Santa. En principio, el presente texto
bien podría pasar desapercibido o
de entrada, llamar la atención entre
los lectores en virtud que, mi enfoque suele ser político,
educativo y de salud, considero crucial abordar la importancia de la seguridad
y la responsabilidad en nuestras acciones, especialmente entre los jóvenes.
En medio de las
festividades, es esencial recordar el papel fundamental que desempeñan las
autoridades de los tres niveles de
gobierno, los medios de comunicación y, sobre todo, la familia en la prevención
de tragedias. El poema "Sólo tengo 17 años" nos confronta con la
realidad de las decisiones impulsivas y sus consecuencias irreversibles. A la
letra dice:
“El
día de mi muerte, fue tan común como cualquier día de mis estudios escolares.
Hubiera sido mejor haber regresado como siempre, en el autobús pero me
molestaba el tiempo que tardaba en llegar a casa.”
“Recuerdo
la mentira que le conté a mi mamá para que me prestara su automóvil. Entre los
muchos ruegos y súplicas, le dije que todos mis amigos manejaban y que
consideraría como un favor especial si me lo prestaba. Cuando sonó la campana
de las dos y media de la tarde, tiré los libros al pupitre porque estaría libre
hasta el otro día a las ocho cuarenta de la mañana.”
“Corrí
eufórico al estacionamiento a recoger el auto pensando sólo en que lo habría de
manejar a mi libre antojo. ¿Cómo sucedió el accidente? Esto no importa, iba
corriendo con exceso de velocidad, me sentí libre y gozoso, disfrutando el
correr del auto. Lo único que recuerdo es que rebasé a una anciana, pues me
desesperó su forma tan lenta de manejar.”
“Oí
el ensordecedor ruido del choque y sentí un tremendo sacudimiento. Volaron
fierros y pedazos de vidrio por todas partes. Sentía que mi cuerpo se volteaba
al revés y escuché mi propio grito. De repente me desperté, todo estaba muy
quieto y un policía estaba parado junto a mí. También vi a un doctor.”
“Mi
cuerpo estaba destrozado y ensangrentado con pedazos de vidrios encajados en
todas partes, cosa rara... ¡No sentí ningún dolor! ¡Hey! No me cubra la cabeza con esa sábana. ¡No
estoy muerto! ¡Sólo tengo 17 años, además tengo una cita por la noche! ¡Todavía
tengo que crecer y vivir una vida encantadora, tengo mi futuro por delante! ¡No
puedo estar muerto! Después me metieron a una gaveta, mis padres tuvieron que
identificarme, lo que me apenaba, era que me vieran así, hecho añicos.”
“Me
impresionaron los ojos de mamá cuando tuvo que enfrentarse a la más terrible
experiencia de su vida. Papá envejeció de repente cuando le dijo al encargado
del anfiteatro: "Sí, ése es mi hijo". El funeral fue una experiencia
macabra”.
“Vi
a todos mis parientes y amigos acercarse a la caja mortuoria, pasaron uno a uno
con los ojos entristecidos, algunos de ellos llorando, otros me tocaban las
manos y sollozaban al alejarse. Por favor, alguien que me despierte. ¡Sáquenme
de aquí!, no aguanto ver inconsolables a mis padres, la aflicción de mis
abuelos apenas les permite hablar, mis hermanos y hermanas parecen muñecos de
trapo.”
“Parecería
que todos están en trance, nadie quiere creerlo, ni yo mismo.¡¡Por favor no me
pongan en la fosa!! Te prometo Dios mío que si me das otra oportunidad seré el
más cuidadoso del mundo al manejar, sólo quiero una oportunidad más.”
“¡POR FAVOR DIOS MÍO, SÓLO TENGO 17
AÑOS!”
El relato del joven
protagonista, cuyo desenlace trágico nos estremece, nos lleva a reflexionar
sobre la fragilidad de la vida y la importancia de actuar con responsabilidad.
La narrativa detalla un momento de imprudencia que desemboca en un accidente
fatal, dejando en su estela dolor y arrepentimiento.
La voz del poema clama por
una segunda oportunidad, por un retorno a la vida plena y llena de promesas. A
través de sus palabras, se nos recuerda la importancia de valorar cada
instante, de cuidar nuestras decisiones y de apreciar el regalo precioso que es
la existencia.
En esta Semana Santa, que
estas líneas sirvan como recordatorio de la fragilidad de la vida y la
necesidad de actuar con conciencia y responsabilidad. Que cada lector encuentre
en esta historia una llamada a la reflexión y un tributo a la vida misma.
Agradezco su atención y les
invito a compartir este mensaje de cuidado y reflexión en honor a aquellos que,
como el joven del poema, anhelaban un futuro aún por vivir.
¡Que la Semana Santa del
2024 sea un momento de reflexión y cuidado para todos!
Por su atención gracias.
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de autor 2024RaúlCampoy