(CUAUHTEMOC MAVITA E./PERIODISTA)
“Da la impresión que existe cierta añoranza por los tiempos idos del PRI. Eso ha sido muy bien capitalizado por el revolucionario institucional que, como un león herido, trata a toda costa de recuperar los espacios políticos perdidos…”
En México la política continúa girando alrededor del PRI. Sobre los mexicanos pesan mucho 71 años de priísmo, antes de que fuera posible la alternancia en la Presidencia de la República. Inclusive, entre vastos sectores de la población, se perciben las resistencias para aceptar que el Revolucionario Institucional dejó de ser el partido invencible, es decir aquel que cuando perdía, con el cinismo a flor de piel, simplemente arrebataba el triunfo a quienes consideraba sus adversarios.
No se ha querido admitir que los tiempos están cambiando, de tal manera que la figura altanera y soberbia del partido único es parte del pasado y que tiende a fortalecerse la pluralidad política, aún cuando los líderes y los liderazgos sean, salvo excepciones, exactamente los mismos.
Sin embargo, en el juego de los medios de comunicación, principalmente, el priísta, sea por respeto ó por costumbre, sigue recibiendo un trato diferente al que se le da a los militantes de otros partidos. Da la impresión que existe cierta añoranza por los tiempos idos del PRI. Eso ha sido muy bien capitalizado por el revolucionario institucional que, como un león herido, trata a toda costa de recuperar los espacios políticos perdidos. Y vaya que ha dado saltos espectaculares en ese sentido, más cuando en el 2000 fueron muchos los que tocaron las campanas a vuelo porque supuestamente el PRI había muerto.
Al PRI le ha favorecido que el Partido Acción Nacional (PAN) no ha cumplido con las expectativas de la gente, pero también que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se haya convertido en una cueva de ladrones y de negociantes envenenados que se confrontan por las migajas que caen de la mesa de los que gobiernan de hecho en este país.
Ante esta situación, se multiplican los que –aunque no estén necesariamente de acuerdo- parafrasean el “que vuelva, que vuelva tan solo una vez, pero que vuelva”.
Por eso es muy probable que el PRI y sus candidatos a los diversos cargos de elección popular, tengan una buena cosecha de votos en las elecciones el 5 de julio. Esa tendencia empezó a configurarse a nivel nacional desde el 2007, luego del trago amargo del 2006 cuando el PAN y el PRD lo arrinconaron en la elección presidencial y lo mandaron al rincón de los reprobados. En 2007 se posicionó, en cambio, como primera fuerza política en diez de catorce entidades de la República. Para algunos analistas, el PRI resurge de las cenizas.
No obstante, del 2007 a la fecha las cosas han cambiado. La gente, tan impredecible, muestra signos de hartazgo por la mentira, la confrontación y el engaño. Hoy aplaude, mañana repudia y cobra facturas.
El hecho de que los liderazgos en el PRI no hayan aprendido a manejar, ya no ocultar, sus ambiciones desmedidas por recuperar el poder político, empezando con la Presidencia de la República en 2012, está conduciendo a que los votantes le retiren la confianza que supuestamente ha recuperado. Si las elecciones correspondientes a este año hubieran sido a principios de febrero 39.9% de las personas habrían votado por el PRI, pero si estas hubieran sido en abril habría perdido cuando menos diez puntos porcentuales en las preferencias electorales. Por supuesto que lo más dable es pensar que esos votos perdidos fueron atraídos por otros partidos como el PAN ó el PRD, pero no es así, simplemente la ciudadanía habría preferido abstenerse de sufragar que hacerlo por aquellos partidos y candidatos que la tienen decepcionada.
Ante este panorama se fortalece el abstencionismo, pero ante la ausencia de opciones, el PRI resurge como el malo de la película, pero al fin y al cabo ya conocido por su historial entre los votantes.
Usted sabe si le apuesta de nuevo al priismo. Nadie más puede hacerlo