lunes, 13 de septiembre de 2010

COLUMNA DEL DIRECTOR




NUESTRA IMAGEN
*¿En qué estamos fallando? Segunda y última parte.

Por Raúl Campoy Robles.

Navojoa, sonora. 13 Septiembre 2010.-  Con el agradecimiento sincero a los lectores  de esta columna  paso a la segunda  y última parte del tema con la esperanza de haber  despertado la conciencia de aquellos jóvenes y padres de familia  que  tienen la responsabilidad de rescatar su vida y la de otros tantos que integran su generación, que cada vez es amenazada por  sujetos que están destinados a la vagancia como madre de todos los vicios.
En  la anterior columna  abordé el valor de la responsabilidad que el hombre (hablo de hombre y mujeres) practica a temprana edad, comprende   desde  la década de los 40s  hasta nuestros días, en el mismo período también  las cosas han venido de más a menos, donde la  estrategia amparada en un falso amor de padres y madres de familia se ha equivocado haciendo de  las nuevas generaciones unos verdaderos parásitos.
 No obstante,  existen excepciones  cuyos valores han rendido el fruto de verdaderos hombres y mujeres responsables, trabajadoras y comprometidas con ellos, sus familias y la sociedad en general  para hacer de México un mejor país. Es lamentable que  exista un número tan reducido de  aquellos que se enorgullecen de pertenecer a la cultura del esfuerzo.
Lo que le pasó a las presentes generaciones es que elaboraron  un discurso que no dio resultado:
'¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé, yo no quiero que mi hijo sufra lo que yo sufrí”! Aún repiten algunos padres y madres de familia, que no han caído en la cuenta de que usted amable lector, tiene  lo   lo que tiene por que le costó esfuerzo y sacrificios, y así es cómo aprendió a valorar los esfuerzos   suyos y de sus padres.
Serio peligro de convertirse en vagos corren  las generaciones que
nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya habí­an ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabí­amos lo que era tener un pasaporte.
 El 'dame' y el 'comprame' siempre fue generosamente complacido y ellos se convirtieron en  habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, Dvd, equipo de sonido, Internet y comer en la cama, para recogerle el reguero que dejan por que siempre se les hace tarde para salir de casa) y luego nos preguntamos ¿Por qué nuestros hijos se aíslan, no comparten con nosotros? cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar, que no quede la menor duda.
El falso amor de padres al que  me refiero renglones arriba  ha permitido a muchos padres que  en plena conciencia de su obra suministran a sus hijos  un estilo de vida basado en el confort donde la cultura del esfuerzo es completamente nula y que, a la larga afecta  en principio a los malcriados vástagos y  en consecuencia a los padres y madres que arrepentidos  ven que sus hijos son unos buenos para nada, por llamarles de alguna manera y así  llegan al matrimonio, que  pronto se destruye porque no pueden con el paquete en la nueva vida. Tampoco pueden  trabajar porque nunca aprendieron y lo peor, es que son unos flojos para aprender a ganarse el pan de cada día.

Nunca será demasiado tarde para enderezar el rumbo del camino, una buena estrategia para evitar  el estilo de vida de un parásito social es poner a los hijos pequeños  a realizar tareas en el hogar como limpiar sus zapatos, lavar el automóvil, entre otras, para que aprendan a ganarse su domingo y valorar  el  dinero. Y para el caso de las hijas mujeres que aprendan a manejar el hogar y de economía doméstica ya que ellas tienen  una conciencia más amplia del orden y la prosperidad de una familia. En pocas palabras que combinen sus tareas de casa con  las de la escuela forjándose en  la cultura del esfuerzo.
Para concluir la segunda y última parte de este espacio es de reflexionar entonces, que el hombre educado con ayuda de sus padres y maestros  en apego a los valores humanos universales podrá rescatar a las presentes generaciones y hará de México el país que todos merecemos.
Por su atención gracias.